Un grupo de científicos inventaron un dispositivo que se
alimenta de la energía generada por el corazón y otros órganos, abriendo el
camino para que un día el propio organismo humano sea capaz de recargar
aparatos implantados como el marcapasos.
"En la actualidad estamos viendo más y más dispositivos electrónicos implantables (…) Habrá una creciente demanda de energía en el cuerpo humano", dijo John Rogers, profesor de la Universidad de Illinois (EE.UU.) y uno de los autores del trabajo publicado en la revista científica 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
Basándose en el concepto del efecto piezoeléctrico,
generación de electricidad en ciertos materiales sólidos al someterse a una
deformación mecánica, los científicos crearon una nanocinta flexible que
convierte la energía de los órganos que se comprimen, como el corazón, pulmones
o diafragma, en corriente eléctrica.
"El corazón es una excelente pieza para el trabajo
mecánico, ya que se encuentra en constante movimiento. El principal problema
con este órgano es que cualquier dispositivo puede afectar negativamente a su
funcionamiento", explicó Rogers. "Esto exige la creación de un
aparato que no solo sea flexible, sino superflexible para no interferir en su
funcionamiento", añadió.
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De esta forma desarrollaron una nanocinta de materiales piezoeléctricos de titanato circonato de plomo, a la que adjuntaron un rectificador eléctrico y batería. Para el experimento los investigadores fijaron el dispositivo a los corazones, pulmones y diafragmas de un grupo de vacas, ovejas y cerdos.
Los aparatos eléctricos no limitaron el normal
funcionamiento de los órganos y generaron suficiente energía como para
alimentar la batería de un marcapasos.
"Un marcapasos funciona con una batería y se instala en
su cuerpo. Cada vez que la batería se agota tienen que abrir el pecho para
reemplazar el marcapasos", explicó el profesor de la Universidad de
Illinois. "Si hubiera la posibilidad de aprovechar el trabajo mecánico de
nuestros órganos, quizá podríamos prolongar la vida de la batería o incluso
sustituirla por completo", añadió.
A pesar de los exitosos resultados obtenidos en animales,
los primeros ensayos clínicos en personas tardarían varios años. Los
científicos temen que el plomo, material del que está construida la nanocinta,
represente serios problemas para el organismo humano, por lo que confían que en
un futuro cercano se desarrolle un material con las mismas características pero
que no sea nocivo.
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