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El lado oscuro de la impresión 3D

Relativamente barata y muy útil, la impresión 3D puede producir prácticamente cualquier elemento, desde juguetes hasta implantes humanos y medicamentos. Sin embargo, una reciente investigación muestra que esta revolucionaria tecnología, que se postula como una herramienta de trabajo recurrente en nuestro futuro, podría tener un 'lado oscuro' relacionado con la toxicidad.



Un reciente estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de California en Riverside, y publicado en la revista 'Environmental Science and Technology Letters', revela que algunas de las piezas producidas por impresoras 3D comerciales son altamente toxicas, e incluso mortales, para los embriones de peces cebra, publica la institución en un comunicado. Estos resultados han planteado preguntas sobre cómo deshacerse de los elementos y materiales de desecho generados por esta tecnología.

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El interés por la seguridad de estos materiales se inició hace aproximadamente un año, cuando Shirin Mesbah Oskui, un estudiante graduado de la Universidad de California en Riverside, desarrolló herramientas elaboradas con impresoras 3D para el estudio de embriones de pez cebra, los cuales comenzaron a morir tras la exposición a las mismas.

El equipo de expertos puso a prueba el comportamiento de la materia prima de los dos modelos comerciales de impresoras 3D más populares: una Dimension Elite, fabricada por Stratasys, la cual derrite plástico para construir las piezas, y una Form 1+, de Formlabs, la cual utiliza resina líquida. Como resultado, los investigadores hallaron una alta tasa de mortalidad de peces cebra en ambos casos, aunque algo más pronunciada en la máquina de base líquida.

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Además, el equipo afirma que se pueden desarrollar métodos para el tratamiento de estas piezas antes de ser desechadas que reducen su toxicidad, como por ejemplo, su exposición a luces ultravioleta. El estudio se presenta cuando la popularidad de las impresoras 3D se dispara: el valor del mercado de la impresión en 3D creció de 288 millones de dólares en 2012 a 2.500 millones en 2013 y se prevé que aumente hasta los 16.200 millones en 2018, según un informe de Canalys.

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